lunes, 11 de abril de 2022

La invasión

     Amanecía, y los aldeanos vieron a los orcos a lo lejos. Huyeron como pudieron, pero no todos llegaron al castillo.

    Así empezaba un nuevo día en el castillo, con la llegada de refugiados huyendo de orcos. Una vez conocida la situación, los aventureros, ahora oficiales del nuevo dominio, empiezan a armar a parte de la milicia para acudir en busca de supervivientes.

    Cuando llegaron a la aldea que había sido atacada, lo que vieron los sorprendió tanto o más que si la hubieran visto arrasada y plagada de cadáveres. Los orcos no solamente no habían matado a nadie, si no que habían levantado un tosco muro de tierra alrededor de la aldea para protegerla. Y conforme se iban acercando, los guerreros orcos apuntaban con sus armas hacia el suelo en señal de paz y entre ellos estaban algunos de los colonos trabajando en construir las defensas, junto a guerreros, orcos, mujeres y niños orcos incluidos.. Pronto llegaron al centro de la aldea y vieron a las familias que no habían podido huir entre los orcos. Ayudando a preparar comida junto a otras familias orcas, y sin ningún síntoma de violencia o temor entre ellos.

    Un enorme semiorco, que llevaba un enorme guantelete armado en la mano izquierda, armado con un enorme espadón a la espalda y una armadura de placas, se arrodilló ante Sir Flannegan y dijo:



- Saludos señor Flannegan, único señor de la tierra que piso. Soy Klinnes Mano Férrea, de los Manos Férrea de las colinas. Hemos acudido como refugiados a solicitar ayuda. Un nigromante ha levantado un ejercito de muertos y ha atacado nuestra tribu desde hace ya 3 lunas. Ante nuestra perdición, oímos como acabasteis con un dragón y con una hidra. Por ellos vinimos, a solicitar ayuda. No somos los únicos que huyen, pero si somos los únicos que hemos venido a solicitar ayuda. No queremos robar ni matar a nadie, solo queremos vivir en paz.

- Saludos Klinnes Mano Férrea, soy Sir Flannegan, vamos a desmontar y parlamentar con vos y ver cómo podemos ayudarnos.

    Y tras eso, desmontaron y les contaron que hará 7 lunas un hechicero pidió permiso a la tribu para explorar las colinas de los Manos Férreas en busca de un antiguo campo de batalla entre orcos y enanos. En ese campo de batalla se rumoreaba que había la entrada a una antigua ciudad enana. Los Manos Férreas llevaban viendo allí numerosos años, y nunca habían oído hablar de esa ciudad enana. El hechicero se sumergió en las colinas y hará 3 lunas empezaron los ataques de os esqueletos. Al principio eran uno o dos por noche, pero hará dos semanas atacó un enorme ejército esqueleto. Al amanecer habíamos perdido a 2 de cada tres guerreros de la tribu, y como hijo mayor de mi padre, tras fallecer en combate, asumí el mando de la tribu y decidí venir a pedir ayuda. Me he criado entre los dos mundos, el de los orcos y el de los humanos, he servido como mercenario en estas tierras, y se que lo que pido es dificil, pero no queremos problemas, somos una comunidad en su mayoría mixta, humanos, orcos y semiorcos. Queremos pagar y comprar por poder construir aldeas dentro de vuestros dominios, y queremos jurar vasallaje a cambio de la protección del señor. Esa es mi oferta, protegernos y os serviremos. Cuidar de nuestras familias y los guerreros os ayudaremos a luchar contra el ejército esqueleto.

    Los jugadores deliberaron junto a los aldeanos, los cuales conocían a la tribu Manos Férreas, y sabían que no eran la típica tribu orca saqueadora, eran comerciantes y mercaderes antes que ladrones. Además, habían respetado a los aldeanos y sus propiedades, pagando por lo que habían consumido o necesitado. Así, tras aceptar el vasallaje de los Manos Férreas, partieron hacia las colinas.

    Durante los 4 días de camino, fueron encontrando esqueletos. Primero uno, tres, pero conforme se acercaban a las colinas los grupos eran de hasta 30. Dejaron atrás la aldea de los Manos Férreas, la cual había sido reducida a cenizas, y se internaron tras los restos que iban dejando los esqueletos que habían ido surgiendo de las colinas. Llegaron a lo que parecía el origen de todo ello. Una llanura en medio de las colinas, que los orcos consideraban maldita. Y allí, un ejército de más de 1000 esqueletos, seguramente de orcos y enanos, acampaba en la llanura y protegían unas enormes puertas abiertas en la ladera de una colina.


    Prepararon cómo atacar para que los héroes, junto a Klinnes Mano Férrea, pudieran acercarse a las puertas abiertas. Cuando los Hidras y los Manos Férreas atacaron, los héroes aprovecharon y se introdujeron en la retaguardia, eliminando a numerosos esqueletos en el camino. Una vez dentro de las salas fueron abriéndose camino a golpe de armamento y expulsiones hasta encontrar al hechicero y sus guardias de élite. Una docena de guerreros esqueletos enanos con armaduras completas y armados con armas de gran calidad, a tenor de lo relucientes que se encontraban. El hechicero mandó contra el grupo a su guardia mientras preparaba un conjuro. Los bravos aventureros pronto tuvieron claro que el objetivo debería ser el hechicero, y Lánder y Lloro se pusieron enseguida a ello. Seipora mandaba una andanada tras otras sobre el hechicero para evitarle concentrarse en poder conjurar ningún hechizo. Wimmpy ayudaba con su música a darles valor, y el resto despachaba a los esqueletos. Cuando parecía que el hechicero iba a caer, una enorme losa de piedra salto por los aires, surgiendo un enorme esqueleto formado por cientos de esqueletos de soldados enanos. El hechicero gritaba que entre los enemigos se encontraba el portador del guantelete, el único que les impedía descansar en paz, y que ellos eran los intrusos. Lánder dejó inconsciente al hechicero, y Lloro y él terminaron de amordazarlo y maniatarlo.


    Conforme luchaban contra esa enorme masa de esqueletos, Klinnes atacó con su guantelete a los esqueletos, y de entre ellos surgió el que posiblemente fue el rey enano. El esqueleto paró el combate y los aventureros sintieron una voz que les hablaba desde dentro de sus cabezas:

- Soy Runnius Brazo Férreo, general del señor de estas ruinas. Hace 300 años fuimos vencidos en una lucha contra la tribu orca de los Colmillos Sangrantes. El señor de los colmillos tomó el guantelete de mi cuerpo muerto y tras saquear la ciudad abandonaron la misma. Unos pocos supervivientes, tras enterrar a todos los nuestros en la ciudad, la sellaron y huyeron. Al poco nos levantamos de nuestras tumbas. No podíamos partir al encuentro de Moradin sin que nuestro rey estuviera completo. Ayudadnos colocando el guante en la mano de nuestro rey, el cual yace en su sarcófago. Si lo hacéis, la maldición terminará y partiremos con nuestro dios.

    Klinnes dió el guantelete a Drain III, que tras despertar al hechicero y ver que lo único que pretendía era ayudar a los enanos, fue puesto en libertad pero bajo vigilancia de Lánder.

    Los aventureros destaparon el sarcófago, Drain III rezó en lengua enana las oraciones de adoración a Moradin, ayudando a que las almas perdidas pudieran regresar. Una vez los enanos iban cayendo al suelo, ya inertes huesos, una luz surgió de la tumba del rey enano, el cual agradeció a los héroes que hubieran ayudado a su pueblo, y en agradecimiento, les entregó un escudo mágico con el símbolo del clan Puñoférreo. Para que pudieran portarlo como eternos aliados del clan. No sabe donde se encuentra ahora su clan, ni siquiera si lograron escapar, pero permite que los héroes lleven el nombre con orgullo. Tras eso su alma partió a los salones de Moradin.


    Tras regresar a la superficie, comprobaron que pocos de sus hombres había perecido, ya que hubo un momento en que los esqueletos empezaron a caer al suelo. Tras realizar una santificación del campo de batalla por Drain III y los chamanes orcos, partieron de vuelta a la aldea y al castillo.

    La tribu de Klinnes se asentaron en nuevas tierras, cercanas al castillo, ayudando a la consolidación del nuevo dominio. La tribu de los Puños Férreos cambió su nombre a Colmillos Férreos, y la milica a los Hidras Puñosférreos. Añadiendo al símbolo del señor el puño férreo al lado de la hidra.


lunes, 4 de abril de 2022

Problemas pequeños, enemigos grandes

       Nuevamente nos juntamos los 7 jugadores y un servidor a continuar las andanzas en esta, nuestra (mí) versión de la Senda del Forjador de Reyes.



 Una mañana aparecieron colonos a las puertas del castillo. Sus animales habían sido robados. Al día siguiente, otro grupo hizo la misma petición, ayuda ante los robos. Como señor de la zona, Sir Flannegan montó su corcel y partió con la ayuda de sus amigos. Dejó a su segundo al mando a cargo de las obras y prometió volver en menos de una semana.


         Al llegar a la zona de los robo, Seipora le extrañaba que no hubiera grandes rastros, por lo que tras explorar los alrededores llegó a la conclusión de que o el ganado había sido robado por alguna criatura alada o eran ladrones muy listos. AL final encontraron un rastro que hacía que el ganado hubiera sido llevado hacia las colinas cercanas por un batir de alas. Al día siguiente encontraron los restos de un festín. Y las huellas claras de un dragón grande. Una amenaza creciente. Tardaron 4 días en encontrar su guarida, y gracias a que Sir Flannegan decidió acercarse a las colinas. Una vez alló observaron desde la lejanía al dragón cromático, de color azul. Un poco lejos de sus hábitat. Quizás estuviera de paso, quizás buscaba nuevo hogar. Decidieron acudir al amanecer. Para ello, dejaron a tres de sus hombres con las monturas en un refugio natural entre las colinas, al abrigo de un enorme roble.


       Tras internarse en las colinas y caminar toda la tarde, llegaron a lo que parecía una cueva lo bastante amplia como para dar cobijo al dragón. Seipora iba a acercarse cuando la bestia salió de su cueva cargando contra los aventureros. Solamente Sir Flannegan, Lloro, Drain III y Lánder pudieron resistir las oleadas de miedo que irradiaban de tan poderosa criatura, la cual confiaba en sus capacidades para acabar pronto con esos aventureros.



     Tanto Drain III como Sir Flannegan cargaron contra la bestia, asestando ambos dos impactos contra su dura y correosa piel. Lánder rodeó a la criatura para flanquearla y no dar espacio a que su aliento pudiera golpearlos a todo. Lloro lanzó su primera bola de fuego, impactando de lleno al dragón, ya que ni su capacidad de resistir hechizos, ni siquiera su agilidad, impidieron que el impacto de Lloro lo alcanzara de lleno. El dragón lanzó su relámpago de lleno sobre Sir Flannegan, el cual casi ni se salva si no hubiera sido por su providencial salto a un lado. Enseguida volvieron los combates cuerpo a cuerpo, entre los tres valerosos héroes y el dragón, un toma y daca que llevó a Lloro a lanzar su segunda bola de fuego, esta vez de un pergamino, y volver a impactar contra el dragón. Éste, a su vez, entre sorprendido y asustado, ya que nuevamente volvía a afectarle la magia y nuevamente quemarse de nuevo se planteaba ya una retirada, pero Yaska, el cual se había recuperado del terror inicial, cargó con tal violencia y fortuna que cuando el dragón iba a volver a escupir su temido relámpago, le impactó con tal violencia en su cabeza que le fracturó la cabeza, esturreando y salpicando a sus compañeros con sangre y sesos por igual. Tras recuperarse de sus heridas, gracias a las habilidades sanadoras de ambos clérigos, y dar las gracias a Tyr, Helmo, Tempus y el Caballero Rojo, exploraron la guarida del dragón. Un tesoro bastante importante yacía a los pies de los héroes, el cual tras recoger a sus hombres y monturas, restos del dragón volvieron hacia las obras del castillo, donde los hombres enseguida vitoreaban a esos señores tan poderosos que ahora servían.


     Otros tres meses transcurridos después, un siervo acudió a informarles que cerca del bosque, una extraña criatura de muchas cabezas había acabado con la expedición de la que formaba parte para explorar la zona. Esta criatura era una hidra enorme, de entre 8 y 15 cabezas, la cual salió cargando contra ellos, matando a caballos y hombres por igual.


      Nuevamente Sir Flannegan llamó a sus hombres, juntó a sus consejeros, y partió junto a ellos y 50 soldados más a la caza de dicha criatura. Al tercer día llegaron al lugar de combate, y la escena era desoladora. Una enorme criatura había destrozado todo a su paso, acabando con la vida de 6 buenos siervos. Tras rezar una plegaria a Tyr y Helmo, partieron en su búsqueda. Seipora enseguida encontró el rastro, el cual llevaba hacia una zona boscosa. Enseguida Lánder ordenó a los soldados que pusieran un pie a tierra y formaran una línea compacta con las picas y los escudos, para formar una línea de defensa contra la criatura. Al poco oyeron un ruido de árboles al caer y vieron a la enorme hidra salir del bosque y cargar hacia ellos.

      Lánder y Drain III formaron entre los soldados conminándolos a mantenerse unidos ante la carga de la criatura, Yaska desmontó y cargó contra la criatura hecho una furia salvaje e incontrolada. Seipora comnezó a lanzarle flechas, Lloro lanzó una bola de fuego antes de que alcanzara a los soldados y Wimmppy comenzó a tocar el laud cantando para dar ánimos a los allí reunidos. Sir Flannegan al mando de su caballo de guerra cargó contra la criatura, siendo desmontado y atacado por numerosas cabezas.



      El combate fue violento y muy rápido, muriendo tres soldados en el mismo y cercenando cabezas y abriendo enormes heridas en el cuerpo de la hidra. Al final, entre la magia de Lloro, los violentos golpes de los héroes, y la defensa de los piqueros, pudieron acabar con la hidra, la cual al verse herida de muerte intentó escapar y eso la condenó a recibir demasiadas heridas que al final terminaron con su vida.

      Nuevamente regresaron triunfantes sobre las amenazas que las criaturas de la zona representaban contra el nuevo dominio. Sir Flannegan contrató a las dos viudas de los soldados fallecidos y ascendió a sargento de la milicia a dos valerosos hombres que demostraron su valor. El tercer fallecido no tenía esposa ni familia. Los tres soldados fueron enterrados en una zona cercana donde se estableció el que iba a ser el nuevo cementerio de la villa. Allí, recibieron honores y se creó una lápida especial con el símbolo de la hidra, el cual iba a ser el símbolo de la milicia de la villa. Los Hidras de Flannegan...


Continuará...