Amanecía, y los aldeanos vieron a los orcos a lo lejos. Huyeron como pudieron, pero no todos llegaron al castillo.
Así empezaba un nuevo día en el castillo, con la llegada de refugiados huyendo de orcos. Una vez conocida la situación, los aventureros, ahora oficiales del nuevo dominio, empiezan a armar a parte de la milicia para acudir en busca de supervivientes.
Cuando llegaron a la aldea que había sido atacada, lo que vieron los sorprendió tanto o más que si la hubieran visto arrasada y plagada de cadáveres. Los orcos no solamente no habían matado a nadie, si no que habían levantado un tosco muro de tierra alrededor de la aldea para protegerla. Y conforme se iban acercando, los guerreros orcos apuntaban con sus armas hacia el suelo en señal de paz y entre ellos estaban algunos de los colonos trabajando en construir las defensas, junto a guerreros, orcos, mujeres y niños orcos incluidos.. Pronto llegaron al centro de la aldea y vieron a las familias que no habían podido huir entre los orcos. Ayudando a preparar comida junto a otras familias orcas, y sin ningún síntoma de violencia o temor entre ellos.
Un enorme semiorco, que llevaba un enorme guantelete armado en la mano izquierda, armado con un enorme espadón a la espalda y una armadura de placas, se arrodilló ante Sir Flannegan y dijo:
- Saludos señor Flannegan, único señor de la tierra que piso. Soy Klinnes Mano Férrea, de los Manos Férrea de las colinas. Hemos acudido como refugiados a solicitar ayuda. Un nigromante ha levantado un ejercito de muertos y ha atacado nuestra tribu desde hace ya 3 lunas. Ante nuestra perdición, oímos como acabasteis con un dragón y con una hidra. Por ellos vinimos, a solicitar ayuda. No somos los únicos que huyen, pero si somos los únicos que hemos venido a solicitar ayuda. No queremos robar ni matar a nadie, solo queremos vivir en paz.
- Saludos Klinnes Mano Férrea, soy Sir Flannegan, vamos a desmontar y parlamentar con vos y ver cómo podemos ayudarnos.
Y tras eso, desmontaron y les contaron que hará 7 lunas un hechicero pidió permiso a la tribu para explorar las colinas de los Manos Férreas en busca de un antiguo campo de batalla entre orcos y enanos. En ese campo de batalla se rumoreaba que había la entrada a una antigua ciudad enana. Los Manos Férreas llevaban viendo allí numerosos años, y nunca habían oído hablar de esa ciudad enana. El hechicero se sumergió en las colinas y hará 3 lunas empezaron los ataques de os esqueletos. Al principio eran uno o dos por noche, pero hará dos semanas atacó un enorme ejército esqueleto. Al amanecer habíamos perdido a 2 de cada tres guerreros de la tribu, y como hijo mayor de mi padre, tras fallecer en combate, asumí el mando de la tribu y decidí venir a pedir ayuda. Me he criado entre los dos mundos, el de los orcos y el de los humanos, he servido como mercenario en estas tierras, y se que lo que pido es dificil, pero no queremos problemas, somos una comunidad en su mayoría mixta, humanos, orcos y semiorcos. Queremos pagar y comprar por poder construir aldeas dentro de vuestros dominios, y queremos jurar vasallaje a cambio de la protección del señor. Esa es mi oferta, protegernos y os serviremos. Cuidar de nuestras familias y los guerreros os ayudaremos a luchar contra el ejército esqueleto.
Los jugadores deliberaron junto a los aldeanos, los cuales conocían a la tribu Manos Férreas, y sabían que no eran la típica tribu orca saqueadora, eran comerciantes y mercaderes antes que ladrones. Además, habían respetado a los aldeanos y sus propiedades, pagando por lo que habían consumido o necesitado. Así, tras aceptar el vasallaje de los Manos Férreas, partieron hacia las colinas.
Durante los 4 días de camino, fueron encontrando esqueletos. Primero uno, tres, pero conforme se acercaban a las colinas los grupos eran de hasta 30. Dejaron atrás la aldea de los Manos Férreas, la cual había sido reducida a cenizas, y se internaron tras los restos que iban dejando los esqueletos que habían ido surgiendo de las colinas. Llegaron a lo que parecía el origen de todo ello. Una llanura en medio de las colinas, que los orcos consideraban maldita. Y allí, un ejército de más de 1000 esqueletos, seguramente de orcos y enanos, acampaba en la llanura y protegían unas enormes puertas abiertas en la ladera de una colina.
Prepararon cómo atacar para que los héroes, junto a Klinnes Mano Férrea, pudieran acercarse a las puertas abiertas. Cuando los Hidras y los Manos Férreas atacaron, los héroes aprovecharon y se introdujeron en la retaguardia, eliminando a numerosos esqueletos en el camino. Una vez dentro de las salas fueron abriéndose camino a golpe de armamento y expulsiones hasta encontrar al hechicero y sus guardias de élite. Una docena de guerreros esqueletos enanos con armaduras completas y armados con armas de gran calidad, a tenor de lo relucientes que se encontraban. El hechicero mandó contra el grupo a su guardia mientras preparaba un conjuro. Los bravos aventureros pronto tuvieron claro que el objetivo debería ser el hechicero, y Lánder y Lloro se pusieron enseguida a ello. Seipora mandaba una andanada tras otras sobre el hechicero para evitarle concentrarse en poder conjurar ningún hechizo. Wimmpy ayudaba con su música a darles valor, y el resto despachaba a los esqueletos. Cuando parecía que el hechicero iba a caer, una enorme losa de piedra salto por los aires, surgiendo un enorme esqueleto formado por cientos de esqueletos de soldados enanos. El hechicero gritaba que entre los enemigos se encontraba el portador del guantelete, el único que les impedía descansar en paz, y que ellos eran los intrusos. Lánder dejó inconsciente al hechicero, y Lloro y él terminaron de amordazarlo y maniatarlo.
Tras regresar a la superficie, comprobaron que pocos de sus hombres había perecido, ya que hubo un momento en que los esqueletos empezaron a caer al suelo. Tras realizar una santificación del campo de batalla por Drain III y los chamanes orcos, partieron de vuelta a la aldea y al castillo.
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