lunes, 4 de abril de 2022

Problemas pequeños, enemigos grandes

       Nuevamente nos juntamos los 7 jugadores y un servidor a continuar las andanzas en esta, nuestra (mí) versión de la Senda del Forjador de Reyes.



 Una mañana aparecieron colonos a las puertas del castillo. Sus animales habían sido robados. Al día siguiente, otro grupo hizo la misma petición, ayuda ante los robos. Como señor de la zona, Sir Flannegan montó su corcel y partió con la ayuda de sus amigos. Dejó a su segundo al mando a cargo de las obras y prometió volver en menos de una semana.


         Al llegar a la zona de los robo, Seipora le extrañaba que no hubiera grandes rastros, por lo que tras explorar los alrededores llegó a la conclusión de que o el ganado había sido robado por alguna criatura alada o eran ladrones muy listos. AL final encontraron un rastro que hacía que el ganado hubiera sido llevado hacia las colinas cercanas por un batir de alas. Al día siguiente encontraron los restos de un festín. Y las huellas claras de un dragón grande. Una amenaza creciente. Tardaron 4 días en encontrar su guarida, y gracias a que Sir Flannegan decidió acercarse a las colinas. Una vez alló observaron desde la lejanía al dragón cromático, de color azul. Un poco lejos de sus hábitat. Quizás estuviera de paso, quizás buscaba nuevo hogar. Decidieron acudir al amanecer. Para ello, dejaron a tres de sus hombres con las monturas en un refugio natural entre las colinas, al abrigo de un enorme roble.


       Tras internarse en las colinas y caminar toda la tarde, llegaron a lo que parecía una cueva lo bastante amplia como para dar cobijo al dragón. Seipora iba a acercarse cuando la bestia salió de su cueva cargando contra los aventureros. Solamente Sir Flannegan, Lloro, Drain III y Lánder pudieron resistir las oleadas de miedo que irradiaban de tan poderosa criatura, la cual confiaba en sus capacidades para acabar pronto con esos aventureros.



     Tanto Drain III como Sir Flannegan cargaron contra la bestia, asestando ambos dos impactos contra su dura y correosa piel. Lánder rodeó a la criatura para flanquearla y no dar espacio a que su aliento pudiera golpearlos a todo. Lloro lanzó su primera bola de fuego, impactando de lleno al dragón, ya que ni su capacidad de resistir hechizos, ni siquiera su agilidad, impidieron que el impacto de Lloro lo alcanzara de lleno. El dragón lanzó su relámpago de lleno sobre Sir Flannegan, el cual casi ni se salva si no hubiera sido por su providencial salto a un lado. Enseguida volvieron los combates cuerpo a cuerpo, entre los tres valerosos héroes y el dragón, un toma y daca que llevó a Lloro a lanzar su segunda bola de fuego, esta vez de un pergamino, y volver a impactar contra el dragón. Éste, a su vez, entre sorprendido y asustado, ya que nuevamente volvía a afectarle la magia y nuevamente quemarse de nuevo se planteaba ya una retirada, pero Yaska, el cual se había recuperado del terror inicial, cargó con tal violencia y fortuna que cuando el dragón iba a volver a escupir su temido relámpago, le impactó con tal violencia en su cabeza que le fracturó la cabeza, esturreando y salpicando a sus compañeros con sangre y sesos por igual. Tras recuperarse de sus heridas, gracias a las habilidades sanadoras de ambos clérigos, y dar las gracias a Tyr, Helmo, Tempus y el Caballero Rojo, exploraron la guarida del dragón. Un tesoro bastante importante yacía a los pies de los héroes, el cual tras recoger a sus hombres y monturas, restos del dragón volvieron hacia las obras del castillo, donde los hombres enseguida vitoreaban a esos señores tan poderosos que ahora servían.


     Otros tres meses transcurridos después, un siervo acudió a informarles que cerca del bosque, una extraña criatura de muchas cabezas había acabado con la expedición de la que formaba parte para explorar la zona. Esta criatura era una hidra enorme, de entre 8 y 15 cabezas, la cual salió cargando contra ellos, matando a caballos y hombres por igual.


      Nuevamente Sir Flannegan llamó a sus hombres, juntó a sus consejeros, y partió junto a ellos y 50 soldados más a la caza de dicha criatura. Al tercer día llegaron al lugar de combate, y la escena era desoladora. Una enorme criatura había destrozado todo a su paso, acabando con la vida de 6 buenos siervos. Tras rezar una plegaria a Tyr y Helmo, partieron en su búsqueda. Seipora enseguida encontró el rastro, el cual llevaba hacia una zona boscosa. Enseguida Lánder ordenó a los soldados que pusieran un pie a tierra y formaran una línea compacta con las picas y los escudos, para formar una línea de defensa contra la criatura. Al poco oyeron un ruido de árboles al caer y vieron a la enorme hidra salir del bosque y cargar hacia ellos.

      Lánder y Drain III formaron entre los soldados conminándolos a mantenerse unidos ante la carga de la criatura, Yaska desmontó y cargó contra la criatura hecho una furia salvaje e incontrolada. Seipora comnezó a lanzarle flechas, Lloro lanzó una bola de fuego antes de que alcanzara a los soldados y Wimmppy comenzó a tocar el laud cantando para dar ánimos a los allí reunidos. Sir Flannegan al mando de su caballo de guerra cargó contra la criatura, siendo desmontado y atacado por numerosas cabezas.



      El combate fue violento y muy rápido, muriendo tres soldados en el mismo y cercenando cabezas y abriendo enormes heridas en el cuerpo de la hidra. Al final, entre la magia de Lloro, los violentos golpes de los héroes, y la defensa de los piqueros, pudieron acabar con la hidra, la cual al verse herida de muerte intentó escapar y eso la condenó a recibir demasiadas heridas que al final terminaron con su vida.

      Nuevamente regresaron triunfantes sobre las amenazas que las criaturas de la zona representaban contra el nuevo dominio. Sir Flannegan contrató a las dos viudas de los soldados fallecidos y ascendió a sargento de la milicia a dos valerosos hombres que demostraron su valor. El tercer fallecido no tenía esposa ni familia. Los tres soldados fueron enterrados en una zona cercana donde se estableció el que iba a ser el nuevo cementerio de la villa. Allí, recibieron honores y se creó una lápida especial con el símbolo de la hidra, el cual iba a ser el símbolo de la milicia de la villa. Los Hidras de Flannegan...


Continuará...

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